El silencio de algunas personas grita. La voz del silencio es todo lo que no se dice. Cuando analizamos esto lenguaje, hecho de cuerpo y movimientos, tenemos ser cuidadosos en el interpretar el mensaje porque las señas o las expresiones pueden tener significados diferentes. Por ejemplo un círculo uniendo el pulgar y el dedo índice en EEUU significa “OK” pero en Francia significa cero o nada y en Japón representa dinero o una moneda. |
Otro punto importante es que los gestos tienen que estar encuadrado en el contexto. Es un conjunto entre gesto y contexto.
Tanto es verdad que a veces un movimiento de el cuerpo o un guiño pueden ser mucho mas claros que mil palabras.
Ahora cuando nuestra pareja, un amigo o un conocido elige el silencio, ocurre un fenómeno de sensibilización. Nos volvemos más atentos a cualquier estímulo que venga de esa “voz”.
Aumentamos la suspicacia y la susceptibilidad, una sola palabra, que antes podíamos ignorar, se convierte en un torrente de significados ambiguos y potencialmente hostiles. Un mirada, una idea, una reflexión colateral emitida por quien nos “rechazó”, adquieren la intensidad de gritos monstruosos, que resuenan en la conciencia como tambores de guerra.
¿Y por qué una persona elige el silencio? He reunido algunos testimonios de algunos clientes que encontrarán aquí enseguida.
Es vergonzoso hablar de mis emociones.
Hay que resolver los problemas de manera rápida, práctica y eficiente para hacerlo de manera correcta. Conversar me hace sentir vulnerable a la crítica y la vergüenza y para evitarlo, e incluso hablar de esta vulnerabilidad en sí misma, eligo guardar silencio.
Porque estoy enojado
El enojo es la respuesta automática cuando me siento criticado, herido, no respetado, ignorado o triste. Toma tiempo darme cuenta qué es exactamente lo que ha disparado mi enojo y el silencio parece la mejor opción mientras el enojo disminuye. Tiene su lado positivo porque me evita decir cosas de las que luego puedo arrepentirme.
Aprendizajes de la infancia
La mente suele usar experiencias pasadas como referente para establecer conductas presentes, lo que defendimos padrones. Desde pequeño he aprendido que el conflicto es “peligroso”.
Esta estrategia pudo haber sido eficiente en el pasado, pero eso no garantiza que funcione hoy por ejemplo en una relación de pareja. Los comportamientos que en el pasado nos hicieron sentir a salvo son los que más cuesta modificar en el presente, pues lleva tiempo y trabajo entender y trascender la historia personal.
Tengo miedo
“El silencio es la barrera para protegerme de una sensación de derrota y resignación. Tengo miedo de que mis palabras se malinterpretan.”
Impotencia
“Prefiero permanecer pasivo y empeorar las cosas que empezar a discutir y empeorar las cosas”; esto es, se ahorran la discusión.
Escuchar nuestro interior
El silencio no es sólo silencio exterior. Es ponernos en contacto con lo profundo de nuestro ser. Este silencio es un silencio curador porque muestra como es capaz de reconstruir a la persona y hacerla vivir de manera más digna y humana. Es una fuerza transformadora y sanadora que permite penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser para, libres de nuestra palabrería, nuestras mentiras y autojustificaciones, comenzar a conocernos y desvelarnos. Callados, nos descubrimos y podemos sentir la necesidad de una transformación.
Si tienes una historia y quieren compartirla pueden escribir a [email protected]
Tanto es verdad que a veces un movimiento de el cuerpo o un guiño pueden ser mucho mas claros que mil palabras.
Ahora cuando nuestra pareja, un amigo o un conocido elige el silencio, ocurre un fenómeno de sensibilización. Nos volvemos más atentos a cualquier estímulo que venga de esa “voz”.
Aumentamos la suspicacia y la susceptibilidad, una sola palabra, que antes podíamos ignorar, se convierte en un torrente de significados ambiguos y potencialmente hostiles. Un mirada, una idea, una reflexión colateral emitida por quien nos “rechazó”, adquieren la intensidad de gritos monstruosos, que resuenan en la conciencia como tambores de guerra.
¿Y por qué una persona elige el silencio? He reunido algunos testimonios de algunos clientes que encontrarán aquí enseguida.
Es vergonzoso hablar de mis emociones.
Hay que resolver los problemas de manera rápida, práctica y eficiente para hacerlo de manera correcta. Conversar me hace sentir vulnerable a la crítica y la vergüenza y para evitarlo, e incluso hablar de esta vulnerabilidad en sí misma, eligo guardar silencio.
Porque estoy enojado
El enojo es la respuesta automática cuando me siento criticado, herido, no respetado, ignorado o triste. Toma tiempo darme cuenta qué es exactamente lo que ha disparado mi enojo y el silencio parece la mejor opción mientras el enojo disminuye. Tiene su lado positivo porque me evita decir cosas de las que luego puedo arrepentirme.
Aprendizajes de la infancia
La mente suele usar experiencias pasadas como referente para establecer conductas presentes, lo que defendimos padrones. Desde pequeño he aprendido que el conflicto es “peligroso”.
Esta estrategia pudo haber sido eficiente en el pasado, pero eso no garantiza que funcione hoy por ejemplo en una relación de pareja. Los comportamientos que en el pasado nos hicieron sentir a salvo son los que más cuesta modificar en el presente, pues lleva tiempo y trabajo entender y trascender la historia personal.
Tengo miedo
“El silencio es la barrera para protegerme de una sensación de derrota y resignación. Tengo miedo de que mis palabras se malinterpretan.”
Impotencia
“Prefiero permanecer pasivo y empeorar las cosas que empezar a discutir y empeorar las cosas”; esto es, se ahorran la discusión.
Escuchar nuestro interior
El silencio no es sólo silencio exterior. Es ponernos en contacto con lo profundo de nuestro ser. Este silencio es un silencio curador porque muestra como es capaz de reconstruir a la persona y hacerla vivir de manera más digna y humana. Es una fuerza transformadora y sanadora que permite penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser para, libres de nuestra palabrería, nuestras mentiras y autojustificaciones, comenzar a conocernos y desvelarnos. Callados, nos descubrimos y podemos sentir la necesidad de una transformación.
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