En el día de hoy, mas que en el pasado, el papel de los padres es un trabajo difícil y complejo. Uno de los aspecto mas intrigado es la casi falta de control sobre los posibles daños colaterales provocados por actitudes, conductas y comportamientos de los mismos padres, en la mayoría provocados sin que se den cuenta.
El hijo esta constantemente atento a como los padres hablan, a su tono de voz e a las palabras elegidas, así como a su comportamiento. Aun que no lo deseamos, los niños siguen los adultos como ejemplos.
El hijo esta constantemente atento a como los padres hablan, a su tono de voz e a las palabras elegidas, así como a su comportamiento. Aun que no lo deseamos, los niños siguen los adultos como ejemplos.
Los padres siguen buscando todas las formas posibles para comprender el animo, las necesidades, los sentimientos, los deseos de un hijo, pero muchas veces no lo logran o dudan de poderlos lograrlo. Los adultos están profundamente convencido, a veces, que el hecho de ser adultos permite a ellos de saber que es mejor para los niños, que el lo que necesitan sin interpelarlos.
Es frecuente, en mi consultorio, encontrarme con personas que cada día están en búsqueda de un equilibrio familiar que no logran conseguir, aun sean padres atentos y preocupados para dar lo mejor a sus hijos. Un caso muy interesante, que también Frank Furedi, autor de “Paranoid Parenting” observó, es que algunos de los padres mas escrupulosos transforman el cuidado en un hiper-cuidado. Son padres que controlan el hijo desde arriba, como un helicóptero patrulla la ciudad, buscando la forma de satisfacer todas las necesidades del hijo, también que estas se manifiesten. Una hiper presencia que puede aportar, desde el punto de sociólogos y psicólogos, más daños que beneficios.
Un ejemplo de cuanto escribo son la estimulación continua de la potencialidad cognitiva intelectual y las innumerables actividades extra escolares del hijo. Vale a decir que muchos padres con el querer ofrecer lo mejor se trasforman en padres y madres ansiosos, ocupados a estar siempre en primer linea, sin tregua. El riesgo el crecer hijos y hijas ansiosos, incapaces de aceptar cualquier tipo de autoridad, cualquier futura toma de responsabilidad e el contacto con la naturaleza de las emociones.
Creo firmemente que la niñez y la adolescencia son los periodos en los cuales los fallos están permitido porque no hay formación sin experiencia y fracasos.
Es frecuente, en mi consultorio, encontrarme con personas que cada día están en búsqueda de un equilibrio familiar que no logran conseguir, aun sean padres atentos y preocupados para dar lo mejor a sus hijos. Un caso muy interesante, que también Frank Furedi, autor de “Paranoid Parenting” observó, es que algunos de los padres mas escrupulosos transforman el cuidado en un hiper-cuidado. Son padres que controlan el hijo desde arriba, como un helicóptero patrulla la ciudad, buscando la forma de satisfacer todas las necesidades del hijo, también que estas se manifiesten. Una hiper presencia que puede aportar, desde el punto de sociólogos y psicólogos, más daños que beneficios.
Un ejemplo de cuanto escribo son la estimulación continua de la potencialidad cognitiva intelectual y las innumerables actividades extra escolares del hijo. Vale a decir que muchos padres con el querer ofrecer lo mejor se trasforman en padres y madres ansiosos, ocupados a estar siempre en primer linea, sin tregua. El riesgo el crecer hijos y hijas ansiosos, incapaces de aceptar cualquier tipo de autoridad, cualquier futura toma de responsabilidad e el contacto con la naturaleza de las emociones.
Creo firmemente que la niñez y la adolescencia son los periodos en los cuales los fallos están permitido porque no hay formación sin experiencia y fracasos.
Un maestro me preguntó, en relación a cuanto escrito, cuales son los consejos para estos padres protectores : garantizar un clima favorable a las buenas relaciones, programar un plan donde el niño tiene su papel y donde su punto de vista esta considerado, diagnosticar las necesidades de aprendizaje en las cuales los niños pueden, solos, hacer experiencia directa y de manera autónoma, mas que aplicar un programa, facilitar el proceso de aprendizaje trasformando el adulto en un organizador de recursos humanos y materiales, acechar el programa de formación adaptándolo a los cambios.